Dado el volátil diapasón de variedad de lo que se considera o no entretenido dentro de la industria del entretenimiento actual, sobre todo en el área cinematográfica, a veces resulta no menos que impresionante y cálido encontrar ejemplares como el que reseñamos hoy.
Netflix se ha destapado con lo que puede ser definido como una película de entretenimiento noventero para niños.
Slumberland es todo lo que nos hubiese dado una película infantil de Steven Spielberg en los tardíos 80s y 90s.
Una historia no muy compleja o difícil de entender que busca entretener a infantes y adultos en un mundo lleno de fantasía, efectos especiales, y una excelente dirección fotográfica.
De la mano del director Francis Lawrence, quién su vasta experiencia va desde la primera adaptación Live Action de “Constantine” en el 2005, hasta películas de “Lo Juegos Del Hambre”; Slumberland nos trae la historia de Nemo, una niña soñadora de 11 años que vive en un faro junto a su padre.
Las cosas empiezan a sacudirse en el momento que los sueños de Nemo empiezan a mezclarse con la realidad que la rodea, y una serie de eventos inesperados empieza a suceder.
Todo comienza con un sueño/premonición del fallecimiento de su padre al principio de la película.
Los sueños evolucionan y progresan en base a esta premisa hasta convertirse en aventuras junto a quien, hasta ahora, era el “amigo imaginario” de su padre, conocido como Finn; y traído a ilustración por el siempre carismático “Jason Momoa”.
Las aventuras, lejos de tomar lugar en el mundo real directamente, llevan a nuestra protagonista a lugares imaginarios y pasajes fantásticos donde suceden cosas fuera de lo normal y se enfrentan a las entidades pesadillezcas de lugar.
Un buen amigo cineasta me dijo una vez, en una conversación sobre películas de “Zack Snyder”, que puedes ver si la fotografía de una película es buena solamente tomando fotocapturas aleatorias de las escenas de las películas.
La cantidad de capturas que sean dignas de usar como fondo de pantalla dictan el porcentaje de la calidad fotográfica de la misma.
Es efectivamente el caso con esta película. Desde ángulos de cámara, hasta posicionamientos, paisajes y la misma actuación todo queda en punto.
Los efectos especiales, si bien pueden quedar como faltos de pulido en ciertas escenas, son por lo general de alta calidad. Nótese que, hoy día, los métodos de transducción visual han sido llevados a un nivel tecnológico que aveces juega en contra a la hora de identificar lo que es parte de un set real y lo que es generado por computadora.
El secreto del éxito radica en un balance entre piezas de set y maquetas hechas por el equipo de producción y llevar a “CGI” sólo lo que sea necesario. La película aparenta tener un balance generoso entre ambas.
No quiero decir que la narrativa de la película progresó demasiado rápido, ni mucho menos…
Lejos de ser una obra magna de “Christopher Nolan”, siempre hemos abogado por ver las cosas por lo que son.
Jason Momoa y Marlow Barkley son actores que logran capturar a la audiencia y ser magnéticos en lo que hacen. Como consecuencia, Finn y Nemo tienen una relación bastante agradable y su química en pantalla es excelente.
Sin embargo, la película se deshace del padre de Nemo (interpretado por Kyle Chandler) en un punto sumamente verde de la trama, y se percibe como la película desea entristecer a la audiencia en un momento que aún no existe una conexión sentimental con el personaje.
Traemos esto a colación porque la película, en menos de 15 minutos, ilustra un nivel de química sin precedentes entre Marlow Barkley y Kyle Chandler en su relación de padre e hija que de inmediato da una idea de lo unidos que son.
Quizá porque estamos acostumbrados a un nivel de musicalización pomposo y presumido en el entretenimiento moderno, las composiciones originales de fondo que buscan mejorar las escenas ilustrando tanto lo visual como lo no visual son extremadamente tímidas por su gran mayoría.
Lejos de ser llamadas deficientes como piezas de música, entiendo que la dirección de audio pudo haber logrado un mayor nivel de protagonismo y de cohesión entre lo que oímos y lo que vemos.
En este caso, la crítica no está dirigida tanto a composiciones y arreglos per se, como estaría dirigida al nivel de producción, mezcla y dirección de audio.
Ambas cosas en aislamiento son bastante competentes, pero no se siente como que cada cosa tenga su lugar y su debido momento de protagonismo.
Honestamente, desde lo personal, y palabra del padre de un gato… No se si los niños de hoy día, con todo lo que se les pone en frente para entretenerles, gusten de este tipo de películas de la misma manera que lo hacíamos los niños de los 90s.
No obstante, Slumberland promete un buen rato en familia ofreciendo buenas actuaciones, excelentes visuales, personajes que se dan a querer, y entretenimiento sano en general.
Este review fué realizado gracias la presentación temprana cortesía de Netflix.
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