La maquinaria detrás de Grand Theft Auto VI acaba de mostrar su lado más oscuro. Rockstar Games ha sido acusada de sabotaje sindical tras despedir a entre 30 y 40 empleados en sus oficinas de Reino Unido y Canadá. Todos estaban vinculados a un grupo privado en Discord donde discutían organización laboral, y muchos ya formaban parte del sindicato IWGB o estaban en proceso de unirse.
La respuesta oficial de Take-Two, empresa matriz de Rockstar, fue: los despidos se debieron a “conducta grave” y “por ninguna otra razón”. Pero el presidente del sindicato IWGB, Alex Marshall, no se contuvo: “Esto es una de las acciones más flagrantes y despiadadas de sabotaje sindical en la historia de la industria del videojuego. Es un insulto a los trabajadores que generan miles de millones y a los fans que sostienen esta industria”.
Rockstar, por su parte, ha guardado silencio. No ha emitido declaraciones públicas ni ha explicado qué tipo de “conducta grave” justificaría el despido masivo de personal vinculado a la organización sindical. Y aunque la compañía ha sido señalada antes por prácticas laborales cuestionables como el crunch, en los últimos años había mantenido un perfil más discreto.
Mientras GTA VI sigue en desarrollo y la expectativa crece, Rockstar, ahora, enfrenta una tormenta ética que va más allá del gaming.
