Casey Henderson, madre de un niño de 9 años, ha presentado una demanda federal de 83 páginas contra Roblox Corporation, Epic Games y Microsoft, acusándolos de diseñar videojuegos con mecánicas adictivas que, según ella, han deteriorado la vida social y académica de su hijo.
La denuncia habla de microtransacciones, recompensas variables, logros y comparativas sociales como herramientas que fomentan el juego compulsivo entre menores. Henderson afirma que su hijo ha perdido interés en cualquier otra actividad, sufre episodios de ira al dejar de jugar y ha visto afectado su rendimiento escolar. Por eso exige más de 75.000 dólares en compensación y cambios estructurales en el diseño de los juegos.
“No es una guerra contra la diversión”, aclara la madre. Es una batalla contra sistemas que, según ella, manipulan el comportamiento infantil sin ofrecer protecciones reales. La demanda también critica la ineficacia de los controles parentales y la falta de verificación de edad fiable.
Roblox para este punto ya debe estar acostumbrado a las denuncias, ha sido señalado por permitir contenido inapropiado y castigar a usuarios que denuncian abusos, este caso vuelve a poner sobre la mesa la pregunta: ¿hasta qué punto los videojuegos populares están diseñados para enganchar a los más vulnerables?, y hacerlos gastar dinero que no tienen.