Una vez más nos encontramos reseñando uno de los juguetes que, desde lo personal, es favorito entre los periféricos a examinar y conocer. Los dispositivos de reproducción de audio.
Ya que existen tantos tipos de reproductores diferentes desafiándose mutuamente y subiendo la barra de lo que es un nivel de calidad alto. Mientras otros han mantenido el legado por años, los venideros hacen los intentos más atrevidos y convincentes por ponerse a la par mientras toman de la mano los avances tecnológicos, la ingeniería de software, y las novedades que surgen con el día a día para crear productos competitivos y versátiles.
Desde el vamos, el JBL Quantum One tiene un diseño bastante futurista y sigiloso que hace que parezca salido de una película de ciencia ficción.
Un cuerpo extremadamente robusto con acolchonamiento sumamente denso es acompañado de un diseño visual extremadamente atractivo que de pronto parecería un auricular más. Pero, una vez lo conectamos, vemos uno de los despliegues más llamativos de efectos de iluminación RGB programable.
El acolchonamiento denso recubierto de poliuretano sintético ligero en los auriculares permite un nivel sin precedentes de aislamiento, que abren paso a una experiencia que, de ser bien respaldada, será envidiada por otros periféricos del mismo calibre. Eso hace que esté de más hablar del nivel de comodidad característico de unos auriculares de semejante precio.
Al abrir la caja del Quantum One, vemos que no sólo hay un simple auricular; sino que hay una serie de complementos que pueden ser hasta desconocidos para muchos.
No fue menos que agradable ver lo bien artillado y respaldado que viene el cuarto bate de los auriculares JBL en lo que a hardware se refiere.
Más luego, tenemos el cable USB-C de cubierta trenzada para conexión a nuestro ordenador, el cual también trae un control de mezcla entre el volumen para juegos y el volumen para chat. Este último, dado el precio del aparato, tiene muy buenas razones para ofrece mucho más que un simple control deslizable para los 2 canales de audio.
En tercer lugar, se nos cruza un segundo cable auxiliar de cubierta trenzada con 2 puntas TRS de 3.5mm y control de volumen integrado. Este nos ofrece la posibilidad de usar nuestros auriculares por métodos alternos al USB. Y nos dota de un nivel de flexibilidad que cualquier periférico de este tipo con aspiraciones debe tener.
El cable 3.5mm, como si fuese por arte de magia, nos habilita la versatilidad necesaria para poder disfrutar del poder de nuestro Quantum One en plataformas alternativas como Play Station, Nintendo Switch, Mac, y teléfonos móviles con puertos auxiliares físicos.
Por último, una adición humilde, minimalista y tímida; que, sin embargo, desde lo personal, consideré la más amena e impresionante. Se trata de un pequeño auricular monofónico único que se utiliza para la calibración contra ruido de los auriculares.
Un aparato que, con ayuda del software, hace una especie de audiometría al usuario para determinar los parámetros adecuados de cancelación de ruido y ofrecer la experiencia más placentera posible a la hora de habilitar opciones como el JBL QuantumSPHERE 360.
Pasando a lo que todos los entusiastas de aparatos de esta clase que están dispuestos a pagar el precio de distribución del mismo quieren saber… Existen poca a ninguna manera de que la calidad de sonido de semejante aparato caiga en las cercanías de lo negativo.
En realidad, no es para nada mala. Sin embargo, es necesario saber como configurar el aparato de una manera conservadora haciendo uso de lo necesario. Ya que el mismo ofrece una serie de opciones que pueden jugar en contra de usuarios de poca experiencia en calidad de audio.
El espectro sónico reproducido por el aparato no es particularmente balanceado. De hecho, crea un nivel de enfoque en frecuencias bajas que más a menudo que no, resulta bastante subjetivo.
Fuera de esto, el aparato está diseñado para reproducir desde los 20 Hz hasta los 40000 Hz. Lo cual de principio puede resultar innecesario y hasta dañino, ya que un ser humano joven con oídos perfectamente saludables no escucha muy por encima de los 20000 Hz.
Sin embargo, esta capacidad bajo el debido control y la debida configuración abre una brecha para jugar muy a favor y tener un nivel de enfoque superior dentro de las frecuencias que el oído humano si detecta.
Lo mismo se da a notar en una reproducción bastante clara, rica y cristalina mientras nuestros auriculares están en la modalidad estéreo.
De entre las cosas anteriormente mencionadas dentro de la caja, está un micrófono de contextura bastante sólida con un filtro en forma de casquillo que cuida la señal de vientos y ruidos de alta frecuencia no deseados.
La calidad del mismo, en un contexto ideal en el cual permanecemos en una habitación completamente silenciosa, es simplemente impresionante.
En presencia de ruidos, la potencia del micrófono juega en contra y empieza a recortar potenciales beneficios.
Por si no fuese suficientemente triste, el software designado no dota al micrófono de ningún complemento de supresión o compuerta de ruidos.
Una de las cosas que suele publicitarse como más ostentosas sobre el JBL Quantum Pro, y otros periféricos aledaños es el software diseñado para los mismos, el cuál fue bautizado como “JBL Engine”.
El mismo también da acceso al JBL QuantumSPHERE 360. El “revolucionario” aditamento de sonido espacial patentado por JBL que, en circunstancias ideales, podría prometer bastante.
El mismo ofrece todas las posibilidades básicas que debería ofrecer un software de este tipo, adicionándole las opciones de personalización de lo que ya es más particular de la marca.
Se nos ofrece un ecualizador paramétrico que va desde los 31 Hz hasta los 16000 Hz. Lo cual es objetivamente conveniente, porque un usuario inexperimentado con acceso a ecualización por encima de eso podría terminar con traumas de oído severos y permanentes.
De igual manera se nos ofrecen controles de personalización muy flexibles para la iluminación RGB, y control de volumen y ganancia para el micrófono.
Hasta aquí, todo bien, en orden, y por el libro. Nada fuera de convencional que intente impresionarnos de una manera particular.
Luego pasamos a la parte que pretende ser lo más impresionante del aparato, pero que sin embargo falla el tiro por razones algo difíciles de explicar o entender.
Los Quantum One ofrecen acceso a sonido espacial DTS, que puede o no ser del agrado del oyente; ya que es tecnología que ha estado entre nosotros por unos años. Y luego de eso tenemos el tan alardeado JBL QuantumSPHERE 360; que busca ser el próximo peldaño revolucionario en el cuadrante de la tecnología de audio 7.1
El problema con la tecnología 7.1 dentro del gaming, es que busca utilizar multimembranas dentro del auricular para crear una ilusión sónica poco necesaria que le de a los gamers entusiastas una mejor idea de la ubicación de las cosas sin tenerlas que ver.
El detalle está en que todo lo que la tecnología 7.1 persigue lograr es algo que, entre el cerebro, la vista, y el oído humano, ya logramos naturalmente a través de paneo preciso y la impresionante velocidad de procesamiento de la que dispone un cerebro humano. Ni hablar de si la persona en cuestión es conocedora a profundidad del video juego en cuestión.
En lo que al QuantumSPHERE se refiere; el sistema busca calibrar la ilusión espacial del 7.1 de una manera bastante moderna e inteligente que, en el proceso, y lamentablemente, destruye por completo la integridad del espectro sónico ofrecido por la fuente.
La mejor aplicación que puede dársele a semejante tecnología es viendo películas en alta calidad con sonido “surround” disponible. Y aún así, no es sustituto para un buen sistema de audio 5.1, 7.1, o una barra Dolby Atmos.
Lo que tenemos entre manos es un ejemplo de lo que es apretar poco por querer abarcar mucho. El Quantum One tiene los recursos y el potencial de ser un aparato increíblemente potente si se le da el uso adecuado y la debida configuración.
Sin embargo, se da a notar la falta de enfoque en sus fortalezas, presuntamente por querer también abarcar los aspectos contraintuitivos del mismo. Demostrando que, si bien JBL dispone por completo de las mentes y la ambición de lograr algunos de los mejores sistemas de sonido del mundo; es bueno tener las metas claras y ser realistas con lo que se quiere.
Dicho esto, resulta bastante difícil hacer una inversión de $300 dólares americanos en un aparato que, a toda sinceridad, tiene mucha cabida a mejoras.
Este review fué realizado gracias al ejemplar del Quantum One suministrado por JBL.
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