Robert Redford, uno de los rostros más emblemáticos del cine del siglo XX, falleció a los 89 años mientras dormía en su rancho de Utah, tal como había anticipado en vida: “Cuando me vaya, lo haré en silencio”. Y así se despidió el actor, director y productor que transformó Hollywood y dio voz al cine independiente.
Nacido en Santa Mónica en 1936, Redford vivió una juventud marcada por la pérdida de su madre y una etapa bohemia en Europa antes de debutar en Broadway. Su salto al estrellato llegó con Dos hombres y un destino (1969), junto a Paul Newman, y se consolidó con clásicos como El golpe, Tal como éramos, Todos los hombres del presidente y Memorias de África.
Pero su impacto no se limitó a la actuación. En 1980 ganó el Oscar como mejor director por Ordinary People, y más tarde fundó el Instituto Sundance y el Festival de Sundance, que se convirtió en el epicentro del cine independiente. “Quería abrir espacio a quienes no lo tenían en la industria”, dijo alguna vez.
En lo personal, Redford vivió tragedias familiares profundas, como la muerte de dos de sus hijos. Su última aparición en pantalla fue en Avengers: Endgame (2019), antes de retirarse definitivamente.
Con su partida, se va un ícono, pero queda una filmografía que sigue hablando por él. Como escribió en sus memorias: “Las películas nunca mueren, siempre estarán ahí para contarnos quién fuimos”.
Descanse en paz, señor Redford.