David Keighley, pionero técnico de IMAX y figura esencial en la evolución del cine en gran formato, falleció el 28 de agosto a los 77 años, tras una larga batalla contra el cáncer. Su partida no solo deja un vacío técnico, sino también emocional: fue el padre de Geoff Keighley, creador de The Game Awards, quien lo describió como “un padre increíble y un apoyo constante en todo lo que he hecho”.
Durante más de cinco décadas, Keighley dedicó su vida a perfeccionar cómo se ve y se siente una película en pantalla gigante. Fundó junto a su esposa Patricia la empresa David Keighley Productions en 1972, especializada en postproducción de cine en gran formato. Su alianza con IMAX comenzó ese mismo año y se consolidó en 1988, cuando la compañía adquirió su estudio y lo convirtió en el responsable técnico de más de 500 títulos.
Su impacto fue tan profundo que cineastas como Christopher Nolan, James Cameron, Denis Villeneuve y Francis Ford Coppola lo consideraron un mentor. Nolan, en un emotivo obituario, afirmó: “Ningún cineasta podría filmar o proyectar en celuloide hoy en día si no fuera por David Keighley. Toda nuestra industria tiene una enorme deuda con él”.
Fue Keighley quien puso por primera vez una cámara IMAX en manos de Nolan para El Caballero Oscuro, y quien alertó a Hollywood cuando el cine fotoquímico enfrentaba una amenaza existencial. Su último trabajo fue en Sinners de Ryan Coogler, y aunque no pudo terminar The Odyssey junto a Nolan, dejó supervisado cada fotograma.
James Cameron lo recuerda como “un aliado poderoso y un creyente absoluto en la experiencia cinematográfica”, mientras que Villeneuve lo llama “irremplazable” y Coppola destaca que fue su contacto técnico desde Apocalypse Now.
David Keighley no fue una estrella frente a la cámara, pero su trabajo transformó la forma en que el mundo mira las estrellas en pantalla. Y aunque su luz se ha apagado, su visión seguirá proyectándose en cada sala IMAX que busque llevarnos más allá de lo ordinario.