Un empleado chino, que asistía como representante de su empresa a un evento de NVIDIA, resultó ganador de una GeForce RTX 5060 en un sorteo. Sin embargo, al regresar a la oficina, la dirección le exigió entregar el premio, alegando que, al haber participado en calidad de empleado, la tarjeta gráfica debía considerarse propiedad de la compañía. Lo que debía ser un golpe de suerte y alegría terminó convertido en un escándalo laboral.
El conflicto escaló rápidamente. El departamento de Recursos Humanos lo advirtió de que, si no cedía la GPU, sería despedido por incumplir las normas internas. Ante la presión, el trabajador optó por presentar su dimisión antes que aceptar lo que consideraba una extorsión.
Su decisión se viralizó en foros tecnológicos y redes sociales chinas, donde la mayoría de usuarios se posicionó a su favor, criticando duramente a la empresa. El debate que surgió fue: ¿a quién pertenece un premio ganado en un evento laboral, al empleado o a la compañía? Aunque algunos expertos evitaron pronunciarse, la opinión pública coincidió en que el derecho debía ser del trabajador.
El caso expone la tensión entre propiedad individual y control corporativo, y deja ver hasta donde una empresa puede llegar para desfavorecer a los empleados.
