En un comunicado oficial, la administración Trump declaró que el presidente ha puesto fin a “otra guerra”: esta vez, la guerra de consolas. Y como si se tratara de una victoria diplomática, el texto asegura que Donald J. Trump es “enormemente popular entre los gamers” y “el único líder comprometido con dar poder a los gamers”.
Todo esto en respuesta al anuncio de Halo: Campaign Evolved para PS5, que GameStop celebró con una broma sobre el fin del conflicto entre Xbox y PlayStation.
La Casa Blanca no se quedó atrás. Publicó una imagen generada por IA donde Trump aparece disfrazado de Master Chief, saludando con una espada de energía frente a una bandera con 40 estrellas y una Casa Blanca reconstruida. Pero más allá del cosplay digital, el mensaje es claro: Trump quiere que se le reconozca como el presidente que unió a los gamers.
Lo curioso es que, mientras se autoproclama héroe del gaming, su administración ha golpeado duramente a la industria, con aranceles que dispararon los precios de consolas, propaganda estatal usando Halo y Pokémon para reclutar jóvenes, y una retórica que mezcla memes con manipulación.
Trump no solo quiere que lo vean como el salvador de los gamers. Quiere que lo celebren como el pacificador de una guerra digital entre compañías.