Para miles de adultos mayores, los videojuegos y la realidad virtual se han convertido en herramientas terapéuticas, sociales y cognitivas. Según el estudio publicado por The National Center for Biotechnology Information, cerca del 29% de quienes juegan videojuegos tienen más de 50 años, y muchos están experimentando mejoras reales en su salud física, emocional y mental.
Títulos como Beat Saber y Nintendo Switch Sports ayudan a mejorar el equilibrio, la coordinación y los reflejos. Incluso se ha documentado que algunos jugadores caminan más rápido y con mayor seguridad tras sesiones regulares. En el ámbito clínico, programas de realidad virtual como el entrenamiento en cinta con paisajes simulados han reducido significativamente las caídas en personas mayores.
A nivel cognitivo, estudios citados por la National Institute on Aging demuestran que los videojuegos estimulan el hipocampo, mejoran la memoria a corto plazo y aumentan la flexibilidad mental. Apps como Lumosity, CogniFit y Elevate están diseñadas específicamente para mantener el cerebro activo en edades avanzadas.
Pero el impacto más profundo es emocional. Tecnologías como la Tovertafel, una mesa interactiva que proyecta juegos sensoriales, han logrado conectar con personas que viven con demencia, provocando respuestas emocionales en quienes antes permanecían aislados. En comunidades como Villa at Terracina Grand, estos juegos no solo entretienen: despiertan recuerdos, generan sonrisas y reconstruyen vínculos.
Los videojuegos ya no son solo un escape juvenil. Son una forma de terapia, de compañía y de dignidad para quienes envejecen. Así que todos los ancianos deberían volverse gamers para luchar contra el deterioro mental.
