Un nuevo estudio ha revelado que, de nuevo, no existe un vínculo comprobado entre los videojuegos y la violencia real o un comportamiento agresivo. El estudio fue publicado por la Royal Society Open Science y fue realizado por Aaron Drummond de la Universidad de Massey. El estudio encontró que “la investigación actual no puede apoyar la hipótesis de que los videojuegos violentos tienen un impacto predictivo significativo a largo plazo en la agresión juvenil”.
Según el estudio de Drummond, se analizó 28 muestras independientes para su conclusión. Para los fanáticos de los juegos con clasificación M, que suelen ser juegos violentos como Mortal Kombat 11, Doom Eternal y Grand Theft Auto V, el estudio es una prueba más de que las acusaciones sobre el impacto negativo de los videojuegos violentos siguen siendo infundadas.
Do longitudinal studies support long-term relationships between aggressive game play and youth aggressive behaviour? Read the new #RSOS study by Drummond et al. @jamessauer @CJFerguson1111 pic.twitter.com/oKwaBBXWYx
— Royal Society Publishing (@RSocPublishing) July 23, 2020
Este es otro estudio que no es ni el primero ni el último de su tipo; A lo largo de los años, estudios similares no han podido encontrar ningún vínculo significativo entre la violencia de los videojuegos y la violencia de la vida real. En 2019, la Universidad de Oxford, publicó un estudio revelando lo mismo.
Durante mucho tiempo la industria de los videojuegos ha sido blanco de organizaciones que aseguran que los mismos influyen en actos violentos, desde el lanzamiento de juegos como Mortal Kombat a principios de los 90. Esos juegos llevaron a las audiencias del Congreso de 1993 sobre la violencia en los videojuegos, que impulsaron el tema a la conciencia pública y entre otras cosas crearon la ESRB.
Aunque numerosos estudios afirman lo mismo, parece muy poco probable que el estudio cambie la opinión de esas organizaciones. La razón por la que los videojuegos son tan a menudo culpables de actos violentos es porque es mucho más fácil culparlos, a diferencia de otros problemas sociales.
