Esta es la historia de Billy Brown quien narra que estuvo encerrado en su propia casa durante siete años tras sufrír una grave adicción a los videojuegos.
“Durante años y años, me sentaba en bata frente a la computadora. Solo salía de casa para ir a citas médicas”, le contó a la BBC.
“Nunca salía para socializar o interactuar con otras personas. Toda mi vida estaba en internet”.
Brown tuvo una infancia difícil. Fue internado varias veces debido a las frecuentes estadías de su madre en el hospital por complicaciones médicas físicas y psicológicas.
Durante la escuela secundaria, su asistencia fue del 13%, Pero fue el estrés de los exámenes preparatorios para la universidad, sumado a un par de roturas de tobillo, lo que le obligó a encerrase en casa y a alejarse del mundo por completo.
Entonces llegó la adicción a los videojuegos.
“Perdí mi trabajo y mi familia por mi adicción a los videojuegos”
Brown, quien ahora tiene 24 años, dejó la universidad y pasó los años que siguieron en casa, jugando a videojuegos y leyendo sobre política.
Se sumergió casi por completo en un mundo en línea de “echo chambers“(cámaras de eco, el fenómeno de las redes sociales que hace que la información se amplifique de manera tal que la gente lea solo aquello con lo que es afín).
Encerrado en ese mundo virtual, sintió el impulso del extremismo y del cibercrimen, asegura.
Brown, originario de Ashton, un pequeña ciudad al sur de Inglaterra, Reino Unido, dice que se volvió cada día más “excéntrico” y que llegó a perder el contacto con la realidad. A veces tenía pensamientos suicidas.
“No me cuidaba a mí mismo, solo cuidaba a mi madre”.
“A veces tenía pensamientos suicidas. La verdad es que me afectó mucho”.
El joven dice que le costaba encontrarle sentido a la vida: “Me di cuenta de que si no hacía algo no iba a seguir viviendo al año siguiente o a los dos años”.
Finalmente, decidió buscar ayuda y terminó participando en el programa Game Changer, de Real Ideas Organisation (RIO, por sus siglas en inglés), una institución británica que lleva a cabo proyectos educativos.
La iniciativa busca motivar a los jóvenes a desarrollar sus habilidades y superar problemas a los que se puedan enfrentar antes de conseguir un trabajo.
Ahora, solo 14 meses después de haber salido de su confinamiento por primera vez en años, Brown ha decidido crear su propia manera de ayudar a mejorar las vidas de quienes pasaron por lo mismo que él: un juego de mesa.
Espera que a través de él los jóvenes se sientan más proclives a sociabilizar con otras personas, en lugar de pasar horas frente a la computadora.
Ya lo dice el dicho ”Todo en exceso es perjudicial’‘. Lo ideal seria que si algún jugador se siente atrapado y/o inmerso en el mundo de los video juegos, inclusive si siente que ya no socializa con el mundo real, lo mejor es acudir por ayuda psicológica a tiempo, antes que sea demasiado tarde. ¡Es mejor tarde que nunca!
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