A pesar de los avances en la industria de los videojuegos y una mayor conciencia sobre la igualdad de género, el acoso hacia las mujeres sigue siendo un problema en el mundo de los videojuegos online. Un reciente estudio de Bryter revela que un alarmante 65% de las jugadoras han experimentado insultos, amenazas y otros comportamientos tóxicos machistas, una cifra que, aunque ha disminuido ligeramente respecto al año anterior, sigue siendo bastante alta.
Los testimonios recogidos en el informe pintan un cuadro desolador. Desde comentarios sexistas hasta amenazas de violencia física y sexual, las mujeres que deciden jugar en línea se enfrentan a una constante barrera de hostilidad. El simple hecho de ser mujer y mostrar una imagen de perfil femenina puede desencadenar una avalancha de abusos, como lo demuestra la experiencia de la periodista Mickey Carroll.
Este problema no es nuevo, pero la persistencia de estas conductas tóxicas plantea interrogantes sobre la efectividad de las medidas implementadas hasta ahora. Si bien es cierto que algunas plataformas han tomado medidas para combatir el acoso, como Discord, que afirma actuar de forma inmediata ante las denuncias, los resultados aún son insuficientes.
La comunidad de jugadores, especialmente las mujeres, ha respondido a esta situación de diversas maneras. Jugadoras profesionales como Mathilde ‘Nelo’ Beltoise han abogado por una mayor confianza en sí mismas y la capacidad de responder a los ataques. Asimismo, empresas como NNESAGA están trabajando activamente para crear espacios más inclusivos y seguros para las mujeres en la industria de los videojuegos.
Es evidente que se necesita un esfuerzo conjunto de la industria, los desarrolladores de juegos, las plataformas y los jugadores para erradicar el acoso en los videojuegos. Esto implica no solo implementar medidas técnicas como sistemas de moderación más efectivos, sino también fomentar una cultura de respeto y tolerancia en la comunidad de jugadores. En última instancia, la solución a este problema requiere un cambio cultural profundo.