Batman ha sido un personaje más que interesante y relevante en la cultura Pop desde hace décadas, inundando el mercado de los superhéroes desde su creación y siendo tan rentable para Warner, que no han podido evitar ponerlo en casi cualquier producto que saquen.
Esto ha llegado tan lejos que incluso en este mismo año los cómics de Batman son los únicos que han tenido relevancia dentro de DC Comics, como informa esta lista por parte de ICv2, de los 15 cómics presente de la maca DC, 13 son del caballero de la noche, así que tu me dirás.
Quizás suene contradictorio pero esto no lo veo como algo negativo, ya que soy fan del personaje, sin embargo es inevitable pensar que los escritores y el público en general se ha adaptado a esta figura cuasi divina del personaje.
Pero aunque Batman camine entre dioses no es uno de ellos, y esta dualidad que pocos autores se han atrevido a plantear donde vemos a un Batman frágil, roto, y por momentos más psicodélico que sus propios villanos, atrae poderosamente mi atención.
Casos como estos hemos visto muchos como; Batman: La casa de los Búhos, La Mascara del Fantasma, El Caballero blanco o Batman Damned, (historias que te recomiendo encarecidamente repasar).
Este fenómeno de tratar de presentar un nuevo Batman es un reto muy complicado para los escritores o directores, sin embargo Matt Reeves ha obrado un milagro y ha presentado uno de los mejores o sino el mejor Batman hasta el momento.
Reinterpretando a un Icono
Su interpretación del personaje por momentos parece sacada de una de las viñetas de los cómics, y una de las muchas características de este Batman es que su personalidad no cambia cuando se quita la máscara.
Bruce Wayne sigue siendo el mismo individuo asocial con o sin la capucha, esto aunado a la interpretación casi muerta de Robert Pattison, crea a un personaje complejo.
Y unas de estas complejidades la presenta la película en una de sus escenas más icónicas (o quizás la mejor de la película), la escena del interrogatorio al acertijo, la interpretación por parte de Paul Dano, hace un trabajo increíble al presentar a una antítesis de Batman.
Un huérfano resentido con la sociedad desde muy pequeño que decidió tomar riendas en el asunto y enfocar el resto de su vida adulta a «solucionar» un problema que afecta a su ciudad, (suena familiar cierto).
Es por esto que la considero la mejor escena de la película, el acertijo no cuestiona a Batman ni sus intenciones, por el contrario lo recibe con los brazos abiertos, como recibimos a un amigo por el que tengamos empatía.
Matt Revees en el tercer acto de la película muestra a los simpatizantes del acertijo, y todos se presentan bajo la idea de la venganza, este ideal que ha sido el camino que ha elegido Batman.
El cual para bien o para mal tuvo un efecto en estos individuos, y de la misma manera que puedes influenciar a los criminales de manera negativa, al hacerlos temerosos del símbolo del Murciélago, alguno de ellos se sentirán atraídos hacia él.
La figura de Batman evoca en sus villanos un escape
Similar a como alguien se puede sentir atraído a saltar desde una altura muy prolongada, aunque inevitablemente suponga su muerte, hay personas que piensan en ello.
Creo que este es el fenómeno que Batman tiene en sus enemigos, por esta razón creo que Grant Morrison presentó una de las mejores ideas sobre la psicología del personaje en Arkham Asylum: Un lugar sensato en una tierra sensata, donde se cuestiona la sanidad mental del personaje.
Y siendo sinceros ningún hombre cuerdo podría hacer las cosas que Batman hace, porque si bien necesitas un monstruo para vencer a otro, siempre debe haber límites y su límite es no matar.
Es su poderoso trauma lo que lo mantiene adelante a seguir contra cualquier tipo de adversidad, por muy inefectivo que resulte en ocasiones encerrar a sus villanos solo para repetir el juego del gato y el ratón una vez más.
Es desde mi entender que Batman es una enfermedad que contamina lo que toca, pero lo hace de una manera que atrae tanto a buenos y malos por igual, es esta complejidad en el carácter del personaje lo que lo hace llamativo para muchos.
En la primera temporada de Young Justice, Robin dice una de las mejores frases que se escucha de este personaje «Ya no quiero ser como Batman».
El vacío que presenta Batman es tan grande que no es necesario, ni sano llegar ahí, a ese extremo donde la máscara es su verdadera cara y Bruce Wayne es solo un alias.