La oleada de imágenes generadas por ChatGPT que imitaban el distintivo estilo del renombrado Studio Ghibli inundó las redes sociales hace algunas semanas y la tendencia alcanzó tal viralidad que ahora ha escalado a instancias legales y políticas en Japón.
Muchos elogiaron la capacidad de ChatGPT para crear imágenes con un estilo artístico específico, otros expresaron una considerable preocupación sobre las implicaciones que esto podría tener para el futuro de las artes en general.
La controversia escaló hasta tal punto que, casi un mes después, el asunto llegó a los tribunales de Japón, siendo objeto de debate en una reunión del Comité del Gabinete de la Cámara de Representantes el 16 de abril.
Masato Imai, representante de la prefectura de Gifu y miembro del Partido Democrático Constitucional, planteó directamente la cuestión a Hirohika Nakahara, Director General de Estrategia de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología de Japón.
Imai preguntó sobre la legalidad de crear imágenes generadas por IA al estilo Ghibli bajo la actual interpretación de la ley de derechos de autor. Nakahara respondió que, en última instancia, esta es una cuestión que deben resolver los tribunales.
Explicó que si la similitud se limita al estilo o a las ideas, no se consideraría infracción de derechos de autor. Sin embargo, si el contenido generado por IA se determina que es similar o dependiente de obras preexistentes protegidas por derechos de autor, entonces sí podría constituir una infracción. Imai aclaró entonces que el uso de estilos e ideas es legal, pero si una imagen generada por IA se reconociera como «el propio Ghibli», eso sí sería una violación de la ley.
En esencia, el debate se centra en si estas imágenes de estilo Ghibli creadas por modelos de aprendizaje de idiomas como ChatGPT realmente infringen la propiedad intelectual del estudio.
Aunque el gobierno japonés aún no ha tomado medidas legales directas contra OpenAI por esta moda viral, el hecho de que el tema haya llegado a las audiencias políticas del país ya es un indicio de la seriedad con la que se está tomando la cuestión.