A pesar de los esfuerzos por expandir Xbox Game Pass a múltiples plataformas, el servicio no ha alcanzado el crecimiento acelerado que Microsoft proyectaba inicialmente. Según el analista Rhys Elliott, la compañía cometió un error al apostar tanto por este modelo, basándose en proyecciones optimistas del mercado que no se materializaron.
Elliott señala que Xbox y otras empresas sobreestimaron el crecimiento de la industria, creyendo que mantendría el ritmo exponencial visto durante la pandemia. Sin embargo, el mercado ha entrado en una fase de madurez, donde las suscripciones, aunque populares, no se han consolidado como el estándar predominante, a diferencia de lo ocurrido en industrias como el streaming de música o video.
«La mentalidad de crecimiento a toda costa resultó peligrosa», afirma Elliott. «Muchas estrategias arriesgadas, fusiones y adquisiciones se aprobaron bajo la premisa de que el mercado seguiría expandiéndose rápidamente, pero la realidad ha sido otra«. Para Xbox, esto ha significado un círculo vicioso: el fracaso de Xbox One llevó a la compañía a depositar sus esperanzas en Game Pass como solución, pero el servicio no ha generado el impacto suficiente para compensar las pérdidas.
El analista destaca que, a pesar de los esfuerzos por impulsar Game Pass, los consumidores y el mercado han dejado claro que las suscripciones no serán el principal método de distribución de juegos en el corto o mediano plazo. Esta situación ha obligado a Microsoft a reevaluar su estrategia, lo que ha resultado en despidos masivos y la cancelación de proyectos dentro de sus estudios.
Mientras Xbox intenta redefinir su rumbo, la industria observa si la compañía podrá adaptarse a un mercado cada vez más competitivo y menos dependiente de los modelos de suscripción.
Por ahora, el futuro de Game Pass y de la propia Xbox sigue en el aire, con Microsoft buscando nuevas formas de equilibrar sus ambiciones con la realidad del sector.