Las principales compañías de videojuegos, como Rockstar, Mojang, Activision Blizzard, Epic Games y Roblox, se enfrentan a una serie de demandas en Estados Unidos por la presunta adicción que generan sus juegos.
Las denuncias, presentadas en diferentes partes del país, acusan a los desarrolladores de explotar a los jugadores a través de diseños que fomentan la adicción.
Un caso particular, proveniente de Arkansas, describe el declive en el comportamiento de un joven desde que comenzó a jugar videojuegos adictivos. Según la madre del joven, quien notó los cambios a los 12 años, ahora con 21 años gasta $350 al mes en juegos, ha abandonado la escuela, sufre de depresión y ansiedad, y experimenta síntomas de abstinencia que incluyen “ira, furia y arrebatos físicos”. La demanda responsabiliza a los creadores de los juegos por los daños causados por su diseño negligente.
Sin embargo, los desarrolladores se defienden argumentando que el hecho de que sus juegos sean demasiado entretenidos no es motivo para cerrarlos. Muchos juegos actuales, como Fortnite, recompensan el tiempo que los jugadores invierten en ellos, así como su habilidad. El pase de batalla de Fortnite, por ejemplo, requiere que se juegue constantemente para no perder las codiciadas recompensas.
Esta nueva ola de demandas pone en relieve la preocupación por el impacto que los videojuegos pueden tener en la salud mental y el bienestar de los jugadores, especialmente los más jóvenes. Se abre un debate sobre la responsabilidad de los desarrolladores en la creación de juegos que no solo sean entretenidos, sino también responsables.
